Las enfermedades oculares o los defectos refractivos pueden aparecer durante la infancia, especialmente, en la etapa de desarrollo visual (desde el nacimiento, hasta los 8 años). Por ello, es muy importante que los más pequeños sigan revisiones periódicas con el oftalmólogo.
La miopía en los niños es más una enfermedad que una “condición”.
Aunque siempre pensamos en la miopía infantil como una simple condición del desarrollo, la miopía en los niños, por sus efectos y por su potencial para derivar en problemas de visión graves, debe ser considerada más como una enfermedad. En un mundo en que los niños realizan mayores esfuerzos visuales que nunca –especialmente por las pantallas– las cifras de miopía en los niños y los jóvenes son alarmantes.
El ojo miope es un ojo que crece en exceso, de manera que no consigue un enfoque adecuado. La miopía aumenta especialmente durante la niñez y la adolescencia y en uno de cada diez niños miopes crecerá por encima de las 6 dioptrías, la llamada miopía magna, que es una de las mayores causas de patologías (como el desprendimiento de la retina y la retinopatía miópica) y discapacidades visuales
Por eso es fundamental cuidar y controlar la miopía en los niños y, especialmente, prevenir su aumento. El periodo clave en el que la miopía crece es entre los 7 y los 17 años: esos 10 años son la única posibilidad de intervenir en este proceso. Muchos padres desconocen que la miopía infantil, si no se controla y supervisa, puede aumentar y derivar en serios problemas de visión. Pero, sobre todo, no saben que es posible prevenir su crecimiento.